El reconocimiento a los artistas olvidados: el caso de Sorolla



La historia del arte está llena de ejemplos de artistas que fueron admirados y aclamados en su tiempo, pero que luego cayeron en el olvido por los cambios de gustos, modas o criterios estéticos. Algunos de ellos tuvieron que esperar décadas o incluso siglos para ser redescubiertos y valorados por las generaciones posteriores, que supieron apreciar su talento y su originalidad.

Uno de estos casos es el del pintor valenciano Joaquín Sorolla (1863-1923), considerado uno de los grandes maestros de la luz y el color. Sorolla fue un artista prolífico y exitoso, que retrató con maestría la vida y el paisaje de España, especialmente de su tierra natal, que és la mía, Valencia. Fue uno de los primeros pintores españoles en triunfar en USA, sus obras se exhibieron en las principales capitales europeas y americanas, donde recibió numerosos premios y reconocimientos. Su estilo luminista, realista e impresionista le valió el apelativo de “el pintor de la luz”.


Sin embargo, con la llegada de las vanguardias históricas en el siglo XX, el arte de Sorolla fue visto como anticuado, superficial e incluso kitsch por algunos críticos y artistas. Su pintura fue relegada a un segundo plano, mientras se ensalzaban las propuestas más innovadoras y rupturistas de Picasso, Dalí, Miró o Gris. Sorolla murió en 1923, sin ver el declive de su fama y de su prestigio.



No fue hasta los años 70 del siglo pasado cuando se produjo una revalorización de la obra de Sorolla, impulsada por varias exposiciones retrospectivas que mostraron la riqueza y la variedad de su producción. El público redescubrió la belleza y la fuerza de sus cuadros, que reflejaban la luz, el movimiento y la alegría de vivir. También se reconoció su influencia en otros pintores posteriores, como Benjamín Palencia o Antonio López. Hoy en día, Sorolla es considerado uno de los grandes pintores españoles de todos los tiempos, y sus obras se cotizan a precios millonarios en el mercado del arte.


Personalmente, me parece una pena que artistas como Sorolla hayan sido olvidados por tanto tiempo, cuando su obra tiene tanto valor y tanta belleza. Deberíamos ser más abiertos y respetuosos con las diferentes formas de expresión artística, y no dejarnos llevar por los prejuicios o las modas. El arte es una forma de comunicación universal, que nos permite conectar con otras épocas, culturas y sensibilidades. Por eso, creo que es importante recuperar y reconocer a los artistas olvidados, que nos han dejado un legado que enriquece nuestro patrimonio cultural y humano.


El caso de Sorolla nos muestra cómo el reconocimiento a los artistas no es algo fijo e inmutable, sino que depende de factores históricos, culturales y sociales. También nos invita a reflexionar sobre la importancia de no olvidar ni silenciar a aquellos artistas que nos han legado su obra, fruto de su esfuerzo, su pasión y su creatividad. Como dijo el propio Sorolla: “Yo no pinto lo que veo sino lo que siento”. Y lo que sentía era amor por el arte y por la vida.



El bote blanco (1895): En esta obra, Sorolla capta la luz y el color del mar Mediterráneo, con un bote blanco que contrasta con el azul intenso del agua y el cielo. La pintura transmite una sensación de calma y armonía.


Por Jordi Machí

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