A veces, confundirse es la forma más sincera de mirar. Porque detrás de un error de atribución puede esconderse una revelación inesperada: un nuevo nombre, una voz original, una mirada que aún no conocíamos. En este artículo comparto diez confusiones comunes en el mundo del arte visual, y una reflexión personal sobre por qué suceden… y por qué también tienen su belleza.
🌊 Una mariposa que parecía Dalí
Hace unos años, publiqué en mi blog una rectificación sobre una pintura que había atribuido —como tantos otros— a Salvador Dalí. Se trataba del famoso “barco de mariposas”, una imagen onírica que parecía salida de un sueño catalán. Pero no era de Dalí. Era del ruso Vladimir Kush.
Ese error me persiguió un tiempo, pero también me enseñó algo profundo. En mi experiencia como artista plástico, he comprobado que el arte no siempre se distingue por el ojo, sino por la memoria: vemos lo que creemos reconocer, y lo demás lo rellenamos con lo conocido. En el fondo, confundir a un artista con otro es también una forma de homenaje.
Desde entonces, he recopilado algunos casos fascinantes de confusiones comunes. No con ánimo de corregir, sino de invitar a mirar más profundamente.
🎨 1. Vladimir Kush confundido con Salvador Dalí
Ya mencionado, pero vale la pena insistir. Kush construye un universo poético con precisión técnica, donde la metáfora manda. Pero su luz es otra. En mi obra suelo buscar también esa luz narrativa, ese surrealismo sin herida.
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Vladimir Kush |
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Salvador dalí |
🕯️ 2. Odilon Redon confundido con William Blake
Ambos artistas místicos y visionarios. Pero Redon es más atmosférico, etéreo, casi floral en su simbolismo. Blake, en cambio, vibra con fuego bíblico. A lo largo de mi trayectoria artística he sentido afinidad por esa ambigüedad visual que los conecta… y a la vez los separa.
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William Blake |
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Odilon Redon |
🔳 3. M.C. Escher confundido con Victor Vasarely
Una confusión óptica en el sentido literal. Ambos trabajan con la percepción, la geometría, el infinito. Pero Escher es más narrativo y metafísico. Vasarely, más puro en su abstracción visual. Lo que en Escher es laberinto, en Vasarely es ritmo.
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Vasarely |
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M.C. Escher |
🪞 4. René Magritte confundido con Tanguy o De Chirico
Ese cielo limpio, ese suelo sin horizonte… a veces parecen intercambiables. Pero Magritte tenía un lenguaje visual único, con humor seco y lógica invertida. Me fascina cómo logra alterar el mundo sin deformarlo.
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René Magritte |
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De Chirico |
🍑 5. Balthus confundido con Lucian Freud
Ambos retratan el cuerpo con crudeza y tensión, pero desde lugares opuestos. Balthus desde la narración suspendida. Freud desde la carne misma. A menudo el espectador los agrupa por “incomodidad estética”, pero no se parecen realmente.
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Lucian Freud |
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Balthus |
🧬 6. Frida Kahlo confundida con María Izquierdo
Dentro del imaginario mexicano, hay más voces que la icónica Frida. María Izquierdo es una de ellas. Su pintura es más simbólica que autobiográfica, más silenciosa. Me emociona su fuerza contenida.
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María Izquierdo |
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Frida Kalho |
🕰️ 7. Max Ernst confundido con Dalí o Magritte
Ernst es un puente entre lo automático y lo pictórico. Inventó técnicas como el frottage y el grattage, que dan textura al inconsciente. No es Dalí, no es Magritte, es más oscuro, más vegetal. En mis obras a veces juego con esa organicidad que sugiere sin mostrar.
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Dalí |
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Max Ernst |
🖌️ 8. Chagall confundido con Kandinsky
Ambos rusos, ambos coloristas. Pero el vuelo de Chagall es narrativo, mientras que Kandinsky viaja por la abstracción total. Donde uno cuenta una boda flotante, el otro dibuja un acorde visual. Dos músicas distintas.
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Kandinsky |
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Chagall |
🌾 9. Andrew Wyeth confundido con Edward Hopper
Ambos retratan el silencio, la espera, la soledad americana. Pero Hopper es urbano, geométrico, casi cinematográfico. Wyeth es rural, orgánico, una poesía de la piel. En mi obra me ha inspirado esa quietud de lo cotidiano que ambos manejan, cada uno a su modo.
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Hopper |
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Wyeth |
🪶 10. Gerhard Richter confundido con Francis Bacon (sí, ocurre)
Cuando Richter pinta en modo expresionista, y sobre todo cuando difumina rostros, algunos lo asocian con Bacon. Pero Bacon destruye, y Richter vela. Uno es un grito; el otro, un eco.
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Bacon |
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Richter |
Todas estas confusiones tienen algo en común: nos devuelven la necesidad de detenernos. De mirar mejor. De no asumir que una imagen ya tiene dueño.
En una era de imágenes flotantes, donde todo se comparte sin contexto, el error de atribución se ha vuelto parte del paisaje. Pero también puede ser una puerta. A mí me llevó a descubrir a Kush. Y a tantos otros.
Y como artista —y como espectador— prefiero equivocarme mirando que acertar sin ver.
Jordi Machí
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